1. Amemos a nuestras mascotas como a un don de Dios.

Son criaturas que nos enseñan a ser fieles, a ser sencillos, y a alegrarnos de lo pequeño. Cuidémoslas con respeto y gratitud.

2. No las abandonemos jamás.

Así como Dios nunca nos abandona, tampoco nosotros debemos abandonar a quienes dependen de nuestro amor y nuestra responsabilidad.

3. Procuremos su bienestar.

Alimentémoslas, protejámoslas, brindémosles cariño. Ellas también sienten el frío, la soledad y la necesidad de ser miradas con amor.

4. Respetemos su dignidad de criaturas.

No usemos a los animales como objetos de consumo o entretenimiento cruel. Toda vida creada por Dios merece ser tratada con respeto.

5. Aprendamos de su amor incondicional.

Las mascotas nos enseñan a ser pacientes, a perdonar, a estar presentes. Son pequeños maestros de ternura en nuestro hogar.