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El Séptimo Duro: El polimereino: reciclar o morir

El Séptimo Duro: El polimereino: reciclar o morir

Por Lucas Lucatero/Kriptón.mx

Esta colaboración la escribí en 2019, en el margen de la crisis ambiental de partículas de suspensión de ozono en el aire. En la actualidad, este 2023, me encuentro trabajando en un gran emporio de China …y por ello, precisamente, quise volver a publicar este texto, debido a la gran predilección de los orientales por los plásticos (al punto, recuerdo una plática con un amigo chef, quien me aseguró haber probado una cerveza de origen chino contenida en un recipiente de plástico). Es sorprendente la afición de nuestros hermanos por este material. El imperio de los polímeros. Apenas a finales de abril y mayo de este año que se nos va, la zona metropolitana de México se vio inmersa en una contingencia sólo vista en las películas de ciencia ficción, un futurismo apocalíptico a la altura de Mundo acuático o Blade runner. Y como sabemos que la realidad supera la ficción, pues es preocupante la actitud que como sociedad, concretamente como latinoamericanos, aún tenemos con la naturaleza. Eso es sólo un indicio de lo que, probablemente, vivirán nuestros hijos o nietos.
Me impresiona y agobia la gran cantidad que, por lo menos yo, tiro o hago uso diariamente de los plásticos. El polímero ha invadido todo, por su maleabilidad y bajo costo, constituye un “buen” empaque de preservativos, artículos de cuidado personal, como pasta dentífrica, desodorantes, cremas para la cara, cepillos, jabones, encendedores, televisores, globos, neumáticos, los six de cerveza, en fin, prácticamente cualquier objeto presente en nuestro hogar en el que descansemos la mirada contiene un tipo de polímero. Desde lo más inimaginable y cotidiano, como las suelas de los zapatos, hasta lo más elaborado y tecnológico: balatas, bandas para trailers o demás herramientas finas e impensables de la industria automotriz, alimenticia, ferretera, etcétera.
El plástico nos sofoca, nos ahoga, como la luz, todo lo alcanza, y lo contamina. Desde la década de los 60 del siglo pasado la humanidad comenzó a depender de los polímeros, sustituyendo a aquellos materiales menos agresivos para el medio ambiente: vidrio, madera, hierro, papel. Hoy en día dicha dependencia es casi omnipresente en cualquier faceta del ser humano, ha pasado a ser inherente al individuo, a la sociedad, acompaña a una persona desde que nace: en cada artículo destinado a los bebés (carriolas, cunas, juguetes); hasta que muere.
Vi un documental bastante objetivo de National Geographic Latinoamérica, titulado “La ruta del plástico”, el cual se los adjunto en las fuentes, en donde se proporcionan cifras alarmantes: se calcula que en la actualidad hay un aproximado de 300 millones de toneladas de plásticos en diferentes islas que se han conformado por las corrientes marinas. También es muy documentado el caso de la mega isla que flota en el Pacífico. Las pruebas, vídeos, fotografías y testimonios son contundentes y tristes. Todo nos indica que la sociedad; y al referirme con “sociedad” lo hago con hincapié a la latinoamericana, puesto que en Europa ya se toman acciones al respecto, como aumentar considerablemente el precio de las bolsas de plástico para orillar a la población a no usarlas; debemos de reconsiderar el tiempo de vida útil de cualquier polímero, una gigantesca tarea de concientización donde debemos participar todos; cualquiera de los que me leen podría hacer el experimento de observar al vecino que compra junto a nosotros en el tianguis, el supermercado o en la calle, muchos se percatarán de que aún existen sujetos que, no solicitan, sino que exigen su respectiva bolsa para echar objetos que bien podrían sostener unos cuantos minutos en sus manitas o usar la mochila, si es que usan, o algo afín como contenedor, en el peor de los casos en una misma es posible colocar varias frutas o verduras, lo cual no hace más que comprobar que nuestra sensibilización acerca del tema es casi nula.
Evidentemente el problema y su resolución tienen diferentes aristas, por ejemplo, muchos pueden argumentar el perjuicio económico de todo trabajador de la industria de los polímeros, o el consumismo desmedido que surgió como muestra del capitalismo y que ha desembocado en una crisis mundial ambiental y de basura, con tintes bastantes serios acerca de la hegemonía mundial: los países ricos contaminan a los países pobres. Y recalco, la solución, si es que estamos dispuestos a sacrificarnos, depende de todos, desde las acciones que se llevan a cabo desde el hogar, como usar recipientes de larga duración para ir a surtirnos de la despensa (por ejemplo, basta con portar un “toper” para ir por huevo) o llevarlos para comprar tacos o menudo; hasta la regulación obligatoria y urgente que debería realizar la ONU u organizaciones afines en cuanto a la producción a gran escala de polímeros; acciones que, hasta el momento sólo he observado en contadas personas.
A decir verdad, es el impacto más pernicioso, puesto que la mayor parte de contaminantes provienen de la industria, por miles de toneladas.
Así que ya saben, amigos, en estas fiestas navideñas y de fin de año esfuércense tantito y envuelvan los regalos con papel periódico, eviten en la medida que puedan los moños y globos. Les deseo un hermoso 2020.
A continuación, dejo una serie de imágenes que, si bien no van a lograr que nos convirtamos en autosustentables, por lo menos nuestro inconsciente las guardará para aflorarlas en otra contingencia ambiental severa.

Fuentes:
National Geographic Latinoamérica. (2019, marzo 20). La Ruta del Plástico (Episodio Completo). Consultado en: https://www.youtube.com/watch?v=KfDfl03-a-o

Imágenes:
Cultura Colectiva. (2019, diciembre 23). “¿Y si usamos envolturas recicladas?”. Consultado en:
https://www.facebook.com/CulturaColectiv/photos/a.631576993519885/3460058150671741/?type=3&theater

JORDAN, Chris, Cadáver de un albatros en las islas Midway. Archivos fotográficos de la Smithsonian Institution. Consultado en:
https://elpais.com/elpais/2016/11/08/ciencia/1478633168_389591.html

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eduardo.rodriguez@kripton.mx

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