El ejército de los Estados Unidos invirtió una cantidad superior a los 2 millones de dólares en la adquisición de consolas de videojuegos
Desde los tiempos de los arcades clásicos, el mundo de los videojuegos ha sido pionero en la adopción de tecnología avanzada. En última instancia, la constante búsqueda de actualización y la necesidad de destacar sobre la competencia han generado la obligación, en ocasiones excesiva, de mantenerse al día en el sector sin que nadie quede rezagado. Con las consolas de videojuegos, siempre se ha dado una situación similar.
Hace más de una década, el ejército de Estados Unidos mostró interés en la consola de Sony, PlayStation 3, no con el propósito de jugar videojuegos como God of War o Uncharted, sino para utilizar su tecnología en un proyecto militar.
Dado que este hecho ocurrió hace dos generaciones, es conveniente ubicarlo adecuadamente. La consola PlayStation 3, también conocida como PS3, tuvo un notable éxito a pesar de enfrentar dificultades en sus inicios. Quizá Sony se mostró confiada o exhibió exceso de confianza luego del gran éxito de su predecesora, la PlayStation 2 (la consola más vendida de la historia), y adoptó una actitud demasiado relajada.
En el inicio de esa generación, Microsoft y su consola Xbox 360 superaron a Sony en el mercado. La consola PlayStation 3 fue lanzada al mercado con retraso, a un precio elevado y sin ser compatible con los juegos de la generación previa. Además, numerosas empresas expresaron su inconformidad respecto a la complejidad de programación que implicaba la consola, un problema que ya había sido experimentado por otras desarrolladoras como Sega en el pasado.
En primer lugar, ninguna de estas circunstancias impidió que Sony lograra revertir la situación y finalizara la generación en una posición considerablemente mejor que al inicio. En segundo lugar, el ejército de los Estados Unidos mostró interés en la máquina. ¿Con qué propósito? Con el propósito de desarrollar un superordenador con aplicaciones militares.
El ingenio conocido como Condor Cluster tenía múltiples propósitos, como el procesamiento de imágenes captadas por satélites de una potencia mundial, así como el mejoramiento de sistemas de radar e inteligencia artificial, una práctica actualmente en boga. Con este propósito, el Gobierno adquirió un total de 1.760 consolas PlayStation 3.
El proyecto se presentaba como altamente ambicioso en teoría, dado que el Gobierno tuvo que invertir dos millones de dólares para su ejecución y la adquisición de un gran número de máquinas. Sin embargo, a pesar de las apariencias, su objetivo era el ahorro económico.
Es importante considerar que en ese momento la consola y sus componentes valían aproximadamente 400 euros, aunque posteriormente su precio disminuiría. La adquisición de ciertas piezas esenciales como un conjunto resulta en un costo mucho más accesible en comparación con la compra individual de las mismas, lo cual habría incrementado significativamente el costo por unidad en varios miles de euros.
La relación entre las consolas de Sony y el ejército de los Estados Unidos va más allá de los videojuegos como Call of Duty, como lo demuestra una historia peculiar.
