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EL SÉPTIMO DURO: American psycho

EL SÉPTIMO DURO: American psycho

Por Lucas Lucatero/Kriptón.mx

Apenas la semana pasada calificaba, según JanCarlo, de “neandertales” a nuestros hermanos del Estado de México cuando este lunes 31 de agosto, por la tarde, un suceso nos pondría en noticia nacional (como para advertirnos de que sacar el cobre no es cuestión de regiones o entidades) y se virilizaría un espantoso vídeo:

Un energúmeno entra a un establecimiento de comida rápida y exige (no pidió, de acuerdo a los testigos) que se le atendiera de inmediato; un muchacho, trabajador de esta cadena comercial, le indica que debe esperar y la reacción de este otro psicópata en potencia es golpear al joven que le da la instrucción hasta casi dejarlo noqueado. Independientemente de lo que rodee o matice la noticia; la indiferencia de sus compañeros, que si alguno de los otros clientes únicamente miró y no llamó a la policía (quienes, en raras ocasiones son eficientes) fueron aspectos muy criticados por algunos internautas; existe un hecho: el registrado por las cámaras de seguridad, que claramente nos delata el abuso.
En alguna charla con una psicoanalista destacada, la novia de un amigo muy cercano, casi mi carnal, ella aseveró que la violencia es inmanente al ser humano, que lo caracteriza; yo añadiría que nosotros; a diferencia de los animales quienes la emplean como herramienta defensiva o para cazar y proveerse de alimentos; dotamos a la violencia de un tinte racional, a veces de entretenimiento: la lucha libre, por ejemplo, como sofisticación del circo romano; lo que Freud denomina como una sublimación productiva o encausada del deseo (no me hagan mucho caso, también mis conocimientos de psicoanálisis son limitados).
La violencia ha acompañado al homo sapiens sapiens desde su gestación como especie; no por ello es justificable, más bien, como seres pensantes nos deberíamos de encauzar a mecanismos que la orienten a algo creativo. ¿Acaso la mayoría no nos sentimos insatisfechos con nuestros empleos? ¿Acaso la mayoría no nos sentimos defraudados con nuestros gobiernos? ¿Acaso la mayoría no sentimos frustración? Ahora, más que nunca, como sociedad, deberíamos de dejar de satanizar la psicoterapia, concebirla como un aspecto más que nos debemos de procurar como individuos (y aquí me incluyo yo). Asimismo, los profesionales de la psicoterapia deberían intentar esforzarse, superarse (recientemente me enteré en redes de estudiantes de Psicología que apenas cursan primer o tercer semestre ya se autodenomina “psicoterapeuta en formación”) y no elevar sus honorarios hasta los cielos, precisamente para que la mayor parte de la población tenga acceso a una terapia digna.
Pasemos ahora a mi poca comprensión de la rama jurídica. El estado de derecho mexicano establece que, dentro de sus características como conjunto de normas y principios que facilitan el orden, la justicia y convivencia para el bien común es coercible. Esto significa que legalmente (y en ocasiones de forma ilegal: la guerra sucia de los 70) se puede emplear la fuerza o sentido de obligación para que se cumpla la ley; lo que Chomsky y Foucault expusieron como una legitimación unilateral y monopolizante del ejercicio de la violencia. Pues bien, el poder y el estado de derecho al que nos referimos está incapacitado, se hace de la vista gorda, ha sido sobrepasado o, simplemente, como aquella rola de Pink Floyd, álbum “Animals”, los “dogs” sólo actúan ante las exigencias y necesidades de los “pigs” y no para protección de los “sheep”. Esto es una realidad. Recientemente publiqué en mi muro de Face el breve cuestionamiento que en cadena nacional le hace, vía telefónica, Ciro Gómez Leyva (por primera vez me impresiona Ciro) a Enrique Galindo, quien se limita a tartamudear, responder con monosílabos, palabras que poco prometen y nada concreto aun en los hechos…En pocas palabras, escusas elegantes, mal argumentadas y diplomáticas: eso es la política.
Como sociedad debemos ser resilientes a que no siempre se obtiene justicia: ¿qué pasó, igualmente, con el joven que, mientras se encontraba laborando –sólo porque así se lo pidió el gerente-, sin el menor equipo de seguridad (línea de vida, arneses) en la azotea de un establecimiento en el Centro Histórico de una reconocida marca de ropa, cayó y murió horas después? Entonces, qué nos están orillando nuestras ineptas autoridades, qué nos queda. Generar más violencia no es la solución. Encausar, exigir, los reclamos, sí.
Por último, ya un tema que más o menos conozco. Pocos artistas e intelectuales potochos se han manifestado por esta situación, tal pareciera que les es más importante compartir poemitas en sus redes, que manifestarse. Hay que recordar que no hay arte sin pueblo y viceversa. Uno de los murales de Siqueiros en Ciudad Universitaria, concretamente en Rectoría, tiene una sentencia: “De la Universidad para el pueblo”. Con el arte sucede igual. ¿Acaso artistas súper reconocidos, también latinoamericanos y hasta Hemingway, no se integraron a las filas republicanas cuando Franco ya avanzaba hacia Madrid? ¿Olvidamos a Mariano Azuela, Martín Luis Guzmán, y muy recientemente, en el periodo de la guerra sucia, Salvador Castañeda? Viene a mi memoria un verso de una rola de Atahualpa Yupanqui: “Tú que eres poeta ve y cántale a los que luchan por un pedazo de pan”.

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eduardo.rodriguez@kripton.mx

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