CARTAPACIO: EL COLETAZO DE QUETZALCOATL

Por Raúl Ruiz/Kriptón.mx
Todos sabemos que Quetzalcóatl fue considerado el dios de la serpiente emplumada, representante de la dualidad del ser humano.
Ha sido asociado con el viento, la fertilidad, el amanecer, Venus, la creación del hombre, la vida y la sabiduría.
¡Quetzalcoatl!, una entidad etérea, creadora de los antiguos mexicanos; que trajo desde el Mictlán el maíz.
Uno de los más rancios símbolos de la Mexicanidad.
En esta lucha entre el gobierno de la 4T y las fuerzas de derecha, donde estas últimas, hacen hasta lo imposible por descarrilar políticamente al adversario, utilizando como estrategia el famoso Golpe Blando, convocan a los suyos a marchas y concentraciones para provocar enfrentamientos violentos y acusar a la presidenta Sheimbaum como represora de la población, aparece la figura de QUETZALCOATL como emblema de los mexicanos.
Cuatro intentos por medirse contra la multitud guinda: Marea Rosa, FRENA, Los Z y el intento de sabotear el desfile deportivo del 20 de noviembre.
Como parte del antídoto contra el golpe blando, hemos visto que para neutralizar campañas mediáticas hostiles se requiere revirar con información clara, accesible y verificable.
Así como con movilizaciones en defensa de los principios que proteges, evitando caer en la provocación de enfrentamientos violentos.
Como respuesta a la protesta por una imaginaria ¡Libertad!, y ¡Justicia! Y contra la supuesta dictadura del gobierno de Claudia Sheimbaum, surge una convocatoria “popular” para juntarse en el zócalo y festejar los logros del gobierno de la 4T.
Yo le llamo el coletazo de Quetzalcoatl, una demostración del poder de convocatoria de la presidenta.
Dejar claro el peso del poder de la gente, sobre sus rivales.
Considero que el 6 de diciembre, la respuesta será aplastante, y que Quetzalcoatl se impondrá a deidades menores.
Está contemplado que el 6 de diciembre no será un día cualquiera: será recordado como el día en que Quetzalcóatl, con un simple movimiento de su cola emplumada, recordará a los aprendices de brujo que no basta con invocar a deidades menores para desafiar al pueblo.
Figurativamente, Quetzalcóatl no necesita gritar ni golpear: basta con desplegar sus plumas para que el Zócalo se llene de voces, de cuerpos, de historia viva.
El coletazo será aplastante, no por violencia, sino por la contundencia de la multitud que se reconoce en su propia fuerza.
La idea es manejar los símbolos ancestrales para mostrar el poder del “pueblo sabio y noble”.
La serpiente emplumada no se rebaja a la pelea de callejón: se eleva, se impone.
La pretensión es dejar claro que la mexicanidad no se negocia en mesas de café ni se alquila para marchas de ocasión.
En el Zócalo, la serpiente emplumada mostrará que la verdadera divinidad es la del pueblo convocado, que no se deja intimidar por golpes blandos ni por letanías huecas.
Ese día, el mito se hará carne en la multitud guinda, y los rivales comprenderán que no hay exorcismo posible contra la fuerza de un dios que, desde tiempos ancestrales, sabe que la vida, la sabiduría y el maíz son más poderosos que cualquier conjuro de ocasión.
