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Surfear, Un paliativo contra las cosas

Surfear, Un paliativo contra las cosas

Sobre Prácticas de natación de Mariana González S.
Colección Prueba de Autor. Mano Santa Editores.
Por Octavio Ignacio Pérez/Kriptón.mx

En este 2025, Mano Santa Editores tiene a bien generar la Colección Prueba de Autor. Sobria y elegante apuesta estética, así como renovadora la propuesta literaria. Entre las novedades hay una voz que ya venía cultivándose, pero que recién ve la luz y hace gala de su manejo tanto del lenguaje como de las imágenes, el ritmo y la armonía propias de su generación. Desde aquí, podemos ceñirnos al oficio y ejercicio de la natación y pasar de largo ante la muestra de poemas y haikus que Mariana González S nos presenta. O podemos detenernos y transpolar el concepto al braceo con el que intentamos apartar de nosotros aquello que nos amenaza.
No solo la ciudad es una alberca. Tambien nosotros lo somos. Y como tal contenemos las emociones que construimos conforme nos volvemos ola, paisaje. Y ese paisaje puede ser hostil o calmo. Para ambas maneras hacer frente a lo que contienen es siempre un océano de confusiones y paliativos. Las divergencias, el nadar, corresponde a las diferencias de tono, sensación, emoción que convengan a nuestro ser. De ahí las complicaciones para sobrellevar expresiones en el limite generando así fantasmas. Estos son una forma que toma aquello que llevamos a la alberca y de todo lo que ella nos deja. Para quienes viven con mentes y espíritus divergentes el hecho mismo de despertar resulta en una inundación.

El filosofo francés Gilles Deleuze en alguna parte de su libro Mil mesetas (que escribió junto a Félix Guattari) explica las condiciones del surf con relación a las novedades socioculturales y tecnológicas de su vida contemporánea. Con la convicción que lo caracterizó dijo que la velocidad límite generaba en el sujeto un desborde de sensación, y por lo tanto, quedaba marcado como si fuese una adicción y a ese ritmo de aceleración que causaban las fuerzas de la ola en el cuerpo, las condiciones ontológicas variarán a tal grado que, en efecto, la velocidad se volvía la adición misma. Su suicidio ejemplifica ésta misma reflexión al arrojarse de su cuarto de hospital: de bruces, sin limites, acabando con su vida y su filosofía. En estos tiempos, nuestro tiempo contempla la aceleración mental y subjetiva como una forma de lidiar con la adictiva sensación de velocidad a la cual nos “movemos” dentro y fuera de la alberca (ciudad, internet, cuerpo humano) que ponen en juego y a veces en jaque a quienes padecen estados de ansiedad, angustia, euforia u otras afecciones tendientes a las neurodivergencias. Practicar la natación es un paliativo, una manera de alcanzar un estado mas sereno ante la demoledora realidad que construimos.

González S nos expone algunas formas para palear la eterna guerra contra las cosas. En sus poemas los estrobos cotidianos del color fungen como un salvavidas, como flotis ante, por ejemplo, llegar tarde al trabajo, olvidar una tarea sin finalizar otra, sin iniciar ninguna. Ser el mar mas azul es ser nuestro propio horizonte y nuestro corte en vertical desde el cual nos vemos como Testigo (a la manera de Jung) y juez al mismo tiempo. En esta paradoja se inscriben sus versos: las tonalidades que describe son, talvez, los mismos que nublan la vista antes del colapso en un ataque de angustia. De ahí que la novísima poeta nos empuje, como escribió H. D a saltar como un delfín / fura del agua y avanzar hacia lo hondo de nosotros mismos a fin de sentirnos un ser invisible a toda velocidad. Una velocidad que viene impregnada a nuestra psique desde la crianza y su menuda madurez. Una velocidad que nos detiene por un momento para recordarnos que incluso el acto de caminar, duele. Como duelen los recuerdos que se ocultan tras el atardecer y de noche nos golpean como si fuésemos paredes de la alberca recibiendo con furor el contacto del pie del nadador o la nadadora. En Prácticas de natación las contrapartes se alinean para formar así versos que son a la vez una pastilla y un salvavidas. La poeta nos lo dice en su serie de haikus. Por ejemplo: Cortinas rojas / Serenidad del día / Es un reinicio. Como tal, el color rojo esta lejos de ser un lugar sereno. Sabemos que es uno de los colores que mas sensación y emoción generan y (podemos afirmar), ninguna es la calma. Pero es el encanto de la poesía de González S: contraponer y reordenar los lugares en donde se siente, se piensa y se palpa. Un reloj en reversa, una insoportable migraña en el pecho o el perenne intento por arreglarlo todo en sueños, en ese mundo acuoso que es el estado onírico en donde las probabilidades de salir viva o vivo de todo lo que nos acecha son cada vez mas reducidas a la condición de vigilia. Ella nos propone, entonces, romper esas transiciones tradicionales, mirar de manera distinta, oír de otras formas, nadar en otras direcciones, para que así, el agua, el cemento, el internet y nuestra subjetividad sean un campo para nadar sin tanta ocupación malévola, sin tantos arrebatos de la consciencia y nos encaminemos, de una vez y por muchas, hacia un braceo, hacia una técnica mas depurada del oficio de vivir. Practicas de natación es, desde nuestro punto de lectura y vista, un manual al cual volver cuando el agobio y la desolación nos inunden, nos ahoguen. Y con ello poder ladear ese barco que somos para llevarlo, ante los avatares que conforman la existencia, hacia una orilla firme donde podamos hacer pie y caminar sin tanto peso, sin tanta bruma.
Sea para bien de la literatura mexicana que éstas Pruebas de Autor se difundan y lleguen a quienes de alguna manera necesitamos de las nuevas voces y las nuevas maneras de hacer poesía, de vivirla y claro, de estar en ella.

 

San Antonio Tlayacapan, Jalisco, México.
4 de mayo de 2025.

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enrique.padron@kripton.mx

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