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Cuarenta años del COBACH y un libro para contarlo

Cuarenta años del COBACH y un libro para contarlo

Joserra Ortiz/Kriptón.mx

«Colegio de Bachilleres S.L.P. Una historia para contar» es el libro con que José Ildefonso López Ramírez conmemora el cuadragésimo aniversario de existencia del subsistema COBACH en San Luis Potosí. Se trata de un trabajo de investigación histórica bastante original, no solo porque el tema abordado no había preocupado a nadie con anterioridad, sino también por la perspectiva casi testimonial que adopta el autor. Lo que podría ser un trabajo de exclusivo interés para quienes han tenido alguna relación con este sistema de preparatorias, en la prosa de su Ildefonso López se convierte en un descubrimiento de profundo interés humano. Debe celebrarse que el libro no se distancie en lo absoluto de su objeto de estudio, como sugeriría un historicismo más tradicional, sino que lo reflexiona y lo proyecta en una suerte de experiencia genealógica a través de los tiempos. ¿Cómo llegamos de los Calmécac a la educación a distancia? Para los lectores de esta investigación será evidente que fue hecha con la meticulosidad del archivista, al tiempo que se redactó con el cariño de quien conoció la nobleza y dignidad de su objeto de estudio. Por estas razones no es exagerado afirmar que en este libro presenciamos uno de los esfuerzos más originales y cuidadosos en el campo de los estudios históricos potosinos recientes.

Una característica que me parece particularmente valiosa de «Una historia para contar», es que ofrece un viaje a través de los recovecos y retruécanos de la historia de la educación en nuestro país, pero desde una perspectiva nada aséptica, sino íntima y personal, juiciosa como de quien sabe que no es un tema sencillo. En su lectura recordé que la disciplina de la historia, aunque se pretenda objetiva, no debe abandonar el humanismo que de por sí está cargado de subjetividades necesarias, de los juicios de valor que están lejos de los datos guardados en ficheros. En cierta medida, la manera en que Ildefonso López adopta la posición de historiador tiene mucho de la del filósofo de las cosas comunes, y, por lo tanto, su manera de explicar una gran historia es desde la grandeza aún mayor de los mínimos recuerdos personales. Por esta razón, en este libro el recuento histórico no es una composición de fechas y de eventos, sino un entramado colectivo, muy en la línea de lo que el fundamental historiador E.H. Carr reflexionó como el diálogo entre los hechos y su interpretación mediados en la figura viva y real del historiador y su propia experiencia del mundo.

Esta calidad tan grata e impresionante para los lectores, fue conseguida sin duda a través de una disciplina de trabajo alejada del capricho y el devenir fortuito de ideas inconexas. La revisión de «Una historia para contar», evidencia que su autor no solo pasó la mayor parte de sus años como trabajador de la educación en el subsistema COBACH, sino que dedicó mucho tiempo a la planeación consciente y eficiente de su obra, aunque en las primeras páginas peque de falsa modestia al respecto. Es decir, Ildefonso López evitó alimentarse exclusivamente del anecdotario, y más bien se propuso estudiar con consciencia el tema general de la educación en México, para analizar el caso particular que le ocupa e incluso reflexionar críticamente sobre los tiempos recientes. Para conseguirlo de forma clara y eficaz, el libro se divide en dos partes mutuamente complementarias para el entendimiento global de la materia. La primera, que abarca los capítulos del uno al tres, recorre cuidadosamente el desarrollo histórico de las instituciones y modelos educativos que han existido en México, y particularmente en San Luis, desde el universo prehispánico hasta los años porfirianos de la Escuela Nacional Preparatoria (1876-1911). La segunda, consistente sólo del capítulo cuarto, aborda finalmente la cuestión del Colegio de Bachilleres, desde el contexto de su surgimiento a nivel nacional, hasta los devenires obligados por la reciente pandemia por Covid-19.

En ambas partes de su relato, Ildefonso renuncia a seguir una narrativa meramente lineal o cronológica tradicional que solo presente datos vacíos. Entiende que el estilo literario está también en la naturaleza de la crónica. Así que busca la libertad de enfoque e intercala entre los datos duros, variadas reflexiones personales y análisis históricos subjetivos y valiosos. Esto, sin duda, es oro puro para los interesados en los temas históricos como materia viva y de naturaleza humana, y no mero conocimiento exclusivo de la memorización. Los eventos y periodos históricos de importancia, aunque sean en la mínima historia de la existencia del COBACH, no se revisan únicamente como paradigmas de las estructuras sociales y políticas que nos conforman, sino también como puntualidades simbólicas de las vidas cotidianas de los mexicanos. De esta manera, Ildefonso López destaca el devenir histórico como un complejo de transformaciones del paisaje cultural y económico de su comunidad, del país y de sus estructuras simbólicas, como la educación.

La recurrente intersección textual entre la memoria personal y la historia colectiva en «Una historia para contar», me ha recordado algo que tiendo a olvidar, y es la noción de “microhistoria” propuesta por historiadores como Carlo Ginzburg, en donde se sostiene que los eventos menores revelan patrones culturales más amplios y significativos. Esto es, sin duda, un regalo beneficioso para una cultura como la nuestra enfocada siempre en la celebración de los grandes héroes y las grandes fechas. De esta manera llegué a empatizar mucho con el relato del libro, pues pude hacer paralelos con mi propia comprensión de la historia. La manera en que ilustra cómo los conflictos generales tienen un impacto tangible en la vida privada y común de los individuos, se alinea con nociones de la historia más sociales como las de Fernand Braudel, quien enfatiza la importancia de las estructuras y procesos a largo plazo en la historia. En todo sentido, la originalidad de la obra aquí reside en este enfoque introspectivo y personal de la historia que pueden desafiar a los lectores a reconsiderar la manera en que perciben y entienden la experiencia humana. Sobre todo una tan humana como la educación y sus instituciones de impartición.

No sé si San Luis Potosí sea un lugar ajeno de la memoria y propenso al olvido, pero reconozco que a pesar de las instituciones de educación superior dedicadas a la materia, la historia es una materia muy pendiente en nuestra comunidad. Los esfuerzos en este campo, además, suelen hacerse sobre temas, problemas y preguntas de tiempos remotos, bajo la idea, supongo, que la historia fue y no es ni se está haciendo. Fuera de la particularidad de su tema que no es para nada universal, «Una historia para contar» es ante todo un testimonio valioso sobre la existencia y presencia de una institución educativa que hoy, a cuarenta años de su establecimiento, cosecha el prestigio y el buen nombre que se ha ganado. Particularmente, he sido profesor en áreas de ciencias sociales y humanidades en San Luis Potosí durante casi una década, y muchos de mis mejores estudiantes han llegado del subsistema COBACH al que José Ildefonso le ha rendido un tributo elogioso pero también crítico y reflexivo. Lo ha hecho con una prosa de escritor literario, faltaba más, que relata en pasajes poéticos y evocativos, narraciones reflexivas. Celebro su lenguaje claro que consigna con exactitud descripciones y análisis. También su fluidez, notable, que mantiene el interés de quien lee a pesar y a través de la complejidad de los temas tratados, sin perder la claridad ni la accesibilidad de su narrativa. Es este, pues, uno de esos libros raros que no sabíamos necesarios hasta leerlos y tenerlos en nuestras bibliotecas.

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joserra.ortiz@kripton.mx

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