La doctora Catarina Loredo Osti, catedrática e investigadora de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) e integrante del Grupo Universitario del Agua, ha puesto sobre la mesa la necesidad urgente de adoptar estrategias basadas en la naturaleza para enfrentar la escasez y contaminación del agua en el estado potosino.

La especialista explicó que uno de los principales problemas que enfrenta el estado es la falta de infiltración de agua en las zonas altas y medias de las cuencas, lo que impide la recarga natural de los acuíferos. “Muchas veces nos enfocamos sólo en el problema, pero no en su raíz. Y parte de lo que está generando la falta de agua es que no permitimos que esta se infiltre desde las partes altas del territorio”, señaló.

Estas estrategias consisten en permitir que el agua de lluvia entre a las capas inferiores del suelo en lugar de escurrir libremente, lo que puede generar problemas como arrastre de sedimentos, taponamiento de alcantarillas y contaminación. También implica un manejo adecuado de la cobertura vegetal en áreas agrícolas, pecuarias y forestales, especialmente en aquellas que actualmente están destinadas a la ganadería extensiva.

Loredo Osti advirtió sobre el impacto de las nuevas construcciones urbanas en zonas que anteriormente servían como áreas de recarga natural. “Sabemos que la ciudad debe crecer, pero debe hacerse con planificación. Es necesario identificar y conservar las zonas de infiltración, incluso dentro de los desarrollos urbanos, para evitar que el escurrimiento cause daños aguas abajo”, comentó.

Uno de los ejemplos citados fue el cerro ubicado arriba del parque Tangamanga, donde la urbanización ha eliminado la vegetación que ayudaba a la filtración. “Ahora, cada vez que llueve, en lugar de agua clara, nos llega un torrente lodoso que provoca inundaciones y deteriora el sistema de drenaje”, explicó la investigadora.

En cuanto a acciones que pueden realizarse desde los hogares, Loredo Osti mencionó prácticas como el uso de jardines adecuados en zonas altas, el manejo correcto del drenaje y el uso de baños secos, tecnología que ya ha sido implementada con éxito en otras ciudades y que la propia universidad promueve.

Además, destacó la necesidad de regular el uso del suelo en zonas como la Sierra de Álvarez y la Sierra de San Miguelito, que abarcan más de 14 mil hectáreas y actualmente se usan como pastizales para el ganado. “Debemos cuidar esa vegetación, porque de ahí depende la calidad y cantidad del agua que llega a nuestras ciudades”, recalcó.

Finalmente, la doctora insistió en que estas estrategias no se oponen al desarrollo urbano o productivo, sino que buscan un equilibrio que permita conservar los recursos naturales para las futuras generaciones. “Lo que promovemos es volver a procesos que eran naturales, pero con planeación y conciencia”, concluyó.