Las visitas de la Reina Isabel II de Inglaterra a México
Por Bertha Fernandez y Jimenez/Kriptón.mx
Yo era entonces una reportera novata, joven y por lo tanto con “pocas tablas”.
Trabajaba en Novedades y cuando se informó que su majestad viajaría a nuestro país, y yo ya estaba muy entusiasmada para cubrir la información, mi subdirector, Ricardo del Río, decidió que Berta Fernández no iría, en mi lugar envío a Javier Lozada, buen reportero y con más experiencia.
Eso me produjo frustración, pero no me quedé con ella, encare’ a don Ricardo y le dije que si yo no era capaz, no me diera las fuentes diplomáticas, pero no me quitará la información importante. Total que me conforme’ con leer a Lozada para saber qué pasaba con Chabelita.
Pasaron varios años para que la soberana volviera a México. En la segunda visita, yo estaba en mucho mejor circunstancia, había cambiado a un mejor periódico, El Universal, y mi labor reporteril era más apreciada .
Ahí no hubo problema para que me ordenara mi jefe viajar con la Reina .
En esta ocasión, ella navegaría en el buque Britania , por las costas del Pacifico, desde Acapulco hasta la paz.
Ella tenía la ilusión de llegar a la Baja California, para contemplar a las ballenas que llegan ahí a desovar .
Ella en su barco y los reporteros por tierra, a la orilla del mar.
¡Qué padre! Pos no era tanto porque cuando vas con un personaje tan importante como ella, era lógico escribir sobre lo que dice.
Pero no fue así, por protocolo, Chabela no debía hablar se concretaba a recibir el cariño y los regalos de las personas que acudían a mostrarle afecto. Hubo quien le obsequio una gallina viva.
Los reporteros no perdíamos detalle del recorrido no había palabras pero sí hechos.
Veíamos a la reina siempre elegante, con trajes sastre de colores pastel y siempre con guantes y sombrero.
No debíamos perder detalle para armar una buena nota . Ella en su barco y nosotros en un destartalado camión . Un día nos anunciaron que Chabelita quería saludarnos.
Nos formaron a un lado del barco, debíamos decirle “her majesty ” y no tocarla, ni siquiera para saludarla de mano .
Conversó brevemente con cada uno de nosotros que debíamos presentarnos. Cuando llegó a donde yo estaba, me preguntó en inglés que cuál era mi medio ? Yo respondí orgullosa “El Universal” The oldest” – el más antiguo. El diario festejaba cada año, orgulloso su edad.
Sin embargo el nerviosismo “nubló” mi mente y olvide los años que tenía El Universal. Tontamente le repetía “The oldest”. La excusa:”nunca había hablado con una reina”.