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CARTAPACIO: LOS ALGORALMIRANTES

CARTAPACIO: LOS ALGORALMIRANTES

Por Raúl Ruiz/Kriptón.mx

La nueva Ley Orgánica de la Armada de México, aprobada recientemente por la Cámara de Diputados con 344 votos a favor y 127 en contra, marca un giro estratégico hacia la modernización tecnológica y la expansión de atribuciones militares.

Redefine la misión de la Armada como institución militar permanente encargada de (entre otras cosas)

•⁠ ⁠Defender la soberanía marítima.

•⁠ ⁠Ciberdefensa y ciberseguridad: La ley incluye explícitamente estas funciones, reconociendo la IA como aliada en la protección de infraestructura crítica y en la respuesta a amenazas digitales.

•⁠ ⁠Reestructuración del mando: Se sustituye el Estado Mayor General por la nueva Jefatura de Operaciones Navales, que concentrará la planeación y ejecución de operaciones, incluyendo las que involucren IA.

Esta ley parece abrir un nuevo capítulo en la relación entre tecnología, defensa y soberanía.

Por eso lanzamos un ruego al Dios de las profundidades.

En las aguas revueltas del legislativo mexicano, donde los votos navegan como cardúmenes obedientes, ha emergido una criatura híbrida: mitad marino, mitad algoritmo.

La nueva Ley Orgánica de la Armada de México —aprobada con más entusiasmo que un desfile naval en domingo— nos presenta al flamante espécimen del siglo XXI: el Algoralmirante.

Ya no basta con tener galones, sable y mirada de horizonte.

Ahora se requiere procesador, visor nocturno y un algoritmo que sepa distinguir entre un buque enemigo y una lancha con camarones.

La inteligencia artificial, esa deidad menor del Olimpo digital, ha sido entronizada como aliada estratégica de la soberanía marítima. Y no es para menos: si los mares son vastos, los datos lo son más.

La ley, que reemplaza su versión 2021 como quien cambia de uniforme para el TikTok institucional, redefine la misión de la Armada: defender la soberanía, mantener el Estado de derecho en zonas marinas y, de paso, coadyuvar en la seguridad interior.

Todo esto con IA, claro está. Porque si no hay algoritmo, no hay modernidad. Y si no hay modernidad, ¿cómo justificar el presupuesto?

Pero no todo es alta mar y alta tecnología. La reestructuración del mando —ese sutil golpe de timón burocrático— elimina el Estado Mayor General y lo reemplaza con la Jefatura de Operaciones Navales.

Un nombre que suena a videojuego, pero que concentra el poder operativo, estratégico y, por qué no, presupuestal. Porque en tiempos de IA, el que tiene el código tiene el timón.

Ahora bien, no faltan los aguafiestas que ven en esta ley un paso más hacia la militarización de la vida civil.

Que si la Armada podrá actuar de forma autónoma, que si no hay suficientes mecanismos de supervisión, que si el mar no está para algoritmos.

Pero, ¿quién necesita contrapesos cuando se tiene reconocimiento facial y drones con patriotismo?

Desde este humilde rincón de la sátira, elevamos una plegaria a Poseidón, señor de las olas y los naufragios:

¡Oh tú, tritón de los abismos!, arráncale a nuestros marinos los pensamientos codiciosos.

No permitas que el canto de las sirenas fiscales los seduzca hacia el huachicol presupuestal.

Que no confundan el radar con la caja chica ni el sonar con la caja fuerte.

Porque si algo nos ha enseñado la historia es que cuando se mezcla la brújula militar con el GPS del poder, el barco suele encallar… y el pueblo termina nadando entre tiburones.

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raul.ruiz@kripton.mx

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