CARTAPACIO: LA NORMALIZACIÓN DE LA MENTIRA
Por Raúl Ruiz/Kriptón.mx
La normalización de la mentira es un fenómeno sociológico y simbólico profundamente inquietante, donde el acto de mentir deja de ser una transgresión ética y se convierte en una práctica aceptada, incluso esperada, dentro de ciertos círculos sociales, políticos o culturales.
Es como si la mentira se institucionalizara, se volviera parte del tejido cotidiano, diluyendo la frontera entre lo verdadero y lo falso.
Aquí algunos ángulos desde los que podríamos explorar este concepto:
Dimensión sociológica
• Desplazamiento del umbral ético: Cuando las mentiras se repiten sin consecuencias, la sociedad ajusta su tolerancia.
Lo que antes era escandaloso se vuelve anecdótico.
• Narrativas de poder: Las élites pueden usar la mentira como herramienta para moldear la percepción colectiva, creando realidades paralelas que favorecen a sus intereses.
• Rumorología como estrategia: En contextos de incertidumbre, los rumores (mentiras con pretensión de verdad) se convierten en mecanismos de control o resistencia.
Dimensión simbólica
• La mentira como performance: En algunos casos, mentir se convierte en un acto teatral, donde lo importante no es la veracidad sino la eficacia simbólica del discurso.
• Desactivación del escándalo: Cuando la mentira ya no genera indignación, se ha perdido la capacidad de la verdad para movilizar éticamente a la sociedad.
La normalización de la mentira puede crear estados liminales donde las personas habitan entre verdades suspendidas, sin saber qué creer ni cómo actuar.
Ejemplos contemporáneos
• En política, cuando líderes mienten sistemáticamente y sus seguidores lo justifican como “estrategia” o “estilo”.
• En medios, cuando la desinformación se disfraza de opinión legítima y se viraliza sin freno. Tenemos varios compañeros dedicados a eso.
• En lo cotidiano, cuando decir “todo bien” se vuelve un acto automático, aunque el mundo esté ardiendo.
¿Cómo ser catalizador de esta distorsión semántica?
Porque la mentira normalizada no solo erosiona la confianza, sino que también puede ser el preludio de una metamorfosis ética… o de una caída trágica.
La desinformación cobra una peligrosa dimensión en la guerra de las estrategias mediáticas.
¿Cómo se neutraliza la distorsión semántica?
Contrarrestar la distorsión semántica implica mucho más que corregir definiciones: es una forma de resistencia ética, una reconfiguración del espacio simbólico donde el lenguaje vuelve a ser herramienta de verdad y transformación.
En un entorno como CJTOWN, donde los monopolios semánticos buscan fijar significados para perpetuar estructuras de poder, la respuesta debe ser estratégica, creativa y profundamente humana.
Aquí algunas rutas que se podrían explorar.
1. Cartografiar el territorio semántico
• Identificar nodos de distorsión: ¿Dónde se ha manipulado el lenguaje? ¿Qué términos han sido vaciados de sentido o cargados de miedo?
• Reconstruir genealogías: Rastrear cómo ciertos conceptos (como “narco participación política” ) han sido resignificados por narrativas dominantes.
2. Activar dispositivos de resistencia
• Reapropiación simbólica: Tomar palabras distorsionadas y devolverles su potencia ética.
Ejemplo: transformar “liminalidad” de zona de ambigüedad a espacio de metamorfosis.
• Ironía estratégica: Usar el humor como bisturí semántico. La ironía desactiva el dogma y revela las grietas del discurso hegemónico.
Ah, y es cortesía de la casa.
• Rumorología crítica: No solo combatir rumores, sino analizarlos como síntomas de tensiones sociales. ¿Qué revela un rumor sobre lo que no se puede decir abiertamente?
3. Diseñar espacios de resemantización.
Convertirlos en laboratorio semántico donde se confronten narrativas, se desmantelen mitos y se propongan nuevos significados.
• Experiencias PARA CJTOWN…
Crear rituales, performances o dinámicas que desestabilicen el lenguaje fijo y abran paso a nuevas formas de nombrar lo real.
4. Cultivar una ética del lenguaje
• Veracidad como praxis: No como dogma, sino como compromiso con la transformación.
Decir la verdad no es solo informar, es abrir posibilidades.
• Escucha activa: Reconocer los silencios, las palabras no dichas, los lenguajes excluidos. La semántica también se construye desde lo que falta.
5. Crear redes de semántica insurgente.
• Aliados discursivos: Intelectuales, artistas, comunidades que cuestionan el lenguaje oficial y proponen alternativas.
• Narrativas de resistencia: Historias que desafían el relato dominante y muestran que otro mundo es posible… y nombrable.
Hasta aquí lo voy a dejar.
Si les digo más tendré que cobrarles honorarios.
Para desfacer entuertos, pidan su cotización.
¡Llame ya!