LaguNotas Mentales: Medir la vida en Mundiales de fútbol
Por Daniel Tristán/Kriptón.mx
Todos los días intento comprender cómo y por qué tenemos esa fijación por medir el tiempo. Los segundos, minutos, horas, días, semanas, meses años… la vida misma. Tenemos la necesidad de funcionar basados en ciclos. Tener los domingos para descansar, los fines de año para plantear nuestros propósitos de año nuevo, nuestros cumpleaños, las mañanas, las tardes y las noches. Ese bucle de tiempo nos mantiene tranquilos, nos hace transitar la vida de manera cíclica en un espiral de tiempo que tarde o temprano tendrá que detenerse.
Tengo que aceptar que medir el tiempo es uno de mis hobbies favoritos. los relojes, los calendarios, las agendas, los metrónomos cuando toco la batería. En mi afán por buscarle distintos ángulos a ese pasatiempo fue que empecé a medir mi vida no en años, si no en Mundiales de fútbol. Esperanza de vida del hombre mexicano actualmente: 72 años. Esperanza de vida de un hombre mexicano en Mundiales de fútbol: 18.
A estas alturas del partido a mi ya me ha tocado vivir 9 mundiales de fútbol. Lo cual quiere decir que, si la cosa sale conforme al plan, me quedan otros 9 mundiales por delante. El décimo mundial que me tocará vivir es exactamente en un año. El Mundial de EUA, Canadá y México en 2026. El primero que me tocó fue Italia 1990, del cual no recuerdo absolutamente nada debido a mi edad tan corta. De EUA 1994 en adelante si que tengo memorias muy vívidas.
Jamás olvidaré a Jorge Campos, enfundado en su uniforme multicolor, tirado en el césped golpeando sus puños contra la tierra tras ser eliminados por Bulgaria en penalties. No olvidaré tampoco el hueco en el estómago al sentir el partido ganado contra Alemania en 1998. De mi memoria tampoco va a borrarse el “ya merito” de 2002 contra el odiado Landon Donovan ni el par de cachetadones de 2006 y 2010 en contra de Argentina.
Y del “No era penal” de 2014 mejor ni hablamos porque me pone mal. En Rusia 2018 no esperaba mucho, era Brasil el verdugo, no había mucho que hacer en nuestra defensa. 2022 dolió mucho más, perdimos una pelea a la que ni siquiera llegamos. En manos de Arabia Saudita nos quedamos con las ganas de perder otra vez en octavos de final. No llegamos, no estuvimos ni cerca.
He medido mi vida en Mundiales de fútbol, he sido niño, puberto, adolescente y adulto. Ahora me enfilo a sentir nuevamente ese hueco en el estómago, ese sentimiento de angustia típico de cada cuatro años. Ahora el Mundial es en casa, ahora soy tres décadas más viejo que la primera vez que pasé por ese sentimiento.
Hace falta ser masoquista para seguirse sometiendo a esta tortura, hace falta disfrutar del dolor para estar cada cuatro años pidiéndole peras al olmo. Estoy seguro de que en esta ocasión la situación no va a ser distinta, sentiré ese mismo vacío y esa misma desilusión de cada Mundial.
Si todo marcha bien solamente me falta sentir esa tristeza nueve veces más en la vida. No es tanto, son solo nueve. Si la esperanza de vida del hombre mexicano es correcta ya voy a la mitad de este Viacrucis deportivo autoimpuesto e innecesario. Solo nueve veces más y se acabó. A partir del Mundial de fútbol de 2058 daré por terminado mi ciclo de vida. De las eliminaciones mundialistas del futuro ya se encargarán los demás, los que vienen atrás, los que sin motivo alguno terminen también midiendo su ciclo de vida de manera estúpida en Mundiales de fútbol.