CARTAPACIO: AUDACIA Y TEMERIDAD
Por Raúl Ruiz/Kriptón.mx
La controversial senadora, Andrea Chávez, está decidida a buscar la candidatura al gobierno de Chihuahua, por el partido, Morena.
Pretende provocar, casi exigir, que su partido decida, sin importar nada, que para el 27, sea una mujer la candidata a la gubernatura.
No sólo eso, sino que obligadamente sea ella y no cualquier otra.
Para eso, ha montado con suma anticipación una temeraria estrategia bajo esta campaña mediática que hemos seguido.
No es la supuesta campaña electoral, es la campaña para gestionar y fijar su imagen pública, en el reino de las percepciones.
Lo tiene que hacer con suma rapidez para llegar con un activo popular, más grande que sus negativos políticos al momento de las decisiones.
La velocidad es determinante. El manejo del tiempo es vital.
Estamos frente al ‘expresionismo abstracto’ de la política.
La velocidad en la construcción de imagen pública puede ser un instrumento poderoso, pero también plantea preguntas interesantes sobre la calidad y la profundidad de las jugadas.
Yo lo percibo como en su momento lo fue, el expresionismo abstracto en el arte.
El arte rápido solían llamarle.
En términos históricos, el arte rápido ha tenido aportaciones significativas en movimientos donde artistas como Jackson Pollock exploraban técnicas de pintura gestual y espontánea.
Además, la música y la poesía improvisada, como el freestyle, rap o la poesía en vivo, son ejemplos donde la rapidez genera creatividad instantánea y autenticidad.
En el contexto actual, con herramientas como la inteligencia artificial que crean imágenes, música o poesía rápidamente, el impacto es multifacético.
Estas tecnologías democratizan el acceso al arte al permitir que más personas participen en el proceso creativo.
Pero también nos obligan a reflexionar: ¿La rapidez en la creación disminuye el valor artístico o simplemente redefine lo que entendemos como arte?
No me quiero desviar del análisis político.
Sin embargo es necesario hacerlo un poco, si deseo acercar a mis lectores hacia la interpretación que le doy a la aparente inepcia que la joven senadora exhibe en su “campaña de la salud”.
Hay dos categorías más que debemos deshebrar antes de ir al fondo del tema.
AUDACIA Y TEMERIDAD
AUDACIA
La audacia se refiere a la cualidad de ser valiente, atrevido o intrépido, especialmente en situaciones donde se requiere asumir riesgos o desafiar límites establecidos.
Puede manifestarse en acciones decididas, creatividad innovadora o en una confianza firme para enfrentarse a lo desconocido.
En ocasiones, la audacia también puede implicar un grado de temeridad, dependiendo del contexto.
Por ejemplo, en la literatura y la filosofía, personajes como Don Quijote representan audacia al perseguir ideales elevados pese a las adversidades.
En términos personales y sociales, la audacia suele ser admirada como motor de cambio, resiliencia e inspiración.
TEMERIDAD
La temeridad se define como una actitud o acción imprudente, caracterizada por la falta de consideración ante los riesgos o consecuencias que podría conllevar.
A menudo, se asocia con una audacia excesiva que raya en el descuido, donde la búsqueda de un objetivo o el deseo de actuar se priorizan por encima de la seguridad o la lógica.
Por ejemplo, en el contexto histórico, ciertos líderes han tomado decisiones temerarias que, aunque audaces, han tenido repercusiones negativas debido a la falta de previsión.
Y viene al caso, porque luego de estar observando el agarrón entre los panistas y la senadora chihuahuense, Andrea Chávez, todo parece indicar que ella no sólo se mantendrá arriba del macho, sino que persistirá en su papel de víctima.
Aquí ya no importa la judicialización del caso.
Sino la sensación que filtra en el subconsciente de la gente.
Todos sabemos de su inteligencia y habilidades para escalar en la política.
Y sabemos que se juega todo en un acto de audacia y temeridad.
Ella acepta que el equipo de ‘ayuda médica’, no es de su propiedad.
Admite que quizás no sea correcto aceptar el patrocinio de LA CLASE EMPRESARIAL, o de su protector, aunque el costo sea de 10 millones de pesos mensuales, por unidad (son 4) pero en aras de la salud de ‘su gente’, no importa si la quieren encarcelar, pues dará la sensación de que vale la pena ese sacrificio.
Con ese discurso, hace roncha y crece a nivel territorio, porque sabe que al interior de Morena el piso es muy resbaloso y ella trae muy enjabonado el calzado.
En un par de semanas cruzó la delgada cortina de seguridad que la protegía por su condición de género; y sin control, comenzó a pisar callos que le provocaron una reacción negativa frente a la única que podría colocarla como candidata.
La presidenta Claudia Sheinbaum.
De hecho, desde antes de la unción presidencial, eran pocos los activos que traía en las alforjas.
Es cosa de recordar un poco de historia.
1. En la carrera de corcholatas, su gallo fue, Adán Augusto y no Claudia.
2. Su candidatura a la senaduría, fue impulsada por Adán Augusto como parte de la concertacesión entre las corcholatas.
3. Asumir muy anticipadamente que ella será la que despoje del poder a los pitufos de la aldea; auto proclamarse, sin cubrir mesura, irrita a quienes manejan el mazo de cartas y eso es otro negativo en contra.
Andrea no se va a detener.
Cruzó también la línea en el desierto donde le sale más barato seguir hasta donde tope, que regresar a reabastecerse.
Así que provocará la reacción popular a tal grado, que antes de que estalle una bomba, y para evitar mayor desaseo interno, habrá de intervenir su consejero y protector, el senador, Adán Augusto López Hernández, a calmar las aguas.
Pero esta gestión no es gratis… ¿Qué recibiría a cambio don Augusto, por controlar a su pantera?
¿Y qué ofrecimiento habría para Andrea?
¡Qué angustias, Dios Mío!
La telenovela sigue.