Día mundial de la salud sexual

El próximo jueves 4 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Salud Sexual, y este año se enfocará en lo que significa para todos nosotros. Por eso, el lema es “La salud sexual: el bienestar de la sexualidad”.

Es importante recalcar cada vez que sea posible a qué se refiere este estado del ser humano, solemos creer que tener una buena salud sexual es no sufrir ninguna infección de transmisión sexual y listo. Sin embargo, de acuerdo con la World Association of Sexual Health (WAS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), es “un estado de completo bienestar físico, emocional, mental y social en relación con la sexualidad; no es solamente la ausencia de enfermedad, disfunción o malestar. La salud sexual requiere un enfoque positivo y respetuoso hacia la sexualidad y las relaciones sexuales, así como la posibilidad de tener experiencias sexuales placenteras y seguras, libres de coerción, discriminación y violencia. Para que la salud sexual se logre y se mantenga, los derechos sexuales de todas las personas deben ser respetados, protegidos y cumplidos”.

Hace unos días platicaba con Olimpia Velasco, directora ejecutiva y conductora del programa SuMédico, que se transmite a las 10 de la mañana, todos los domingos, por MVS Radio (mañana la acompañaré en cabina, junto con el sexólogo Luis Perelman, para hablar precisamente del Día Mundial de la Salud Sexual), sobre la ignorancia que hay en torno a los derechos sexuales de las personas. En las charlas sobre el tema que suelo dar, por lo regular pregunto cuántas personas saben que existen diez derechos sexuales que aplican en todos los seres humanos a nivel universal. Siempre me sorprende que menos del 25 por ciento levanta la mano de manera afirmativa.

Por ello, hoy quisiera repetir cuáles son y explicarlos a mi manera, aclarando que están basados en la libertad, dignidad e igualdad inherentes a todos los seres humanos. “Para asegurar el desarrollo de una sexualidad saludable en los seres humanos y las sociedades, los derechos sexuales deben ser reconocidos, promovidos, respetados y defendidos por todas las sociedades con todos sus medios. La salud sexual es el resultado de un ambiente que reconoce, respeta y ejerce estos derechos sexuales”, como señala la WAS.

Derecho a la libertad sexual. Abarca la posibilidad de la plena expresión del potencial sexual de los individuos. Cada uno puede disfrutar del erotismo, de su orientación sexual, de su percepción de la sexualidad como lo prefiera, excluyendo, sin embargo, toda forma de coerción, explotación y abuso sexuales en cualquier tiempo y situación de la vida. Recuerden las tres reglas de oro: todo lo que sea sano, seguro y consensuado, se puede y debe vivir con alegría, sin remordimientos.

Derecho a la autonomía, integridad y seguridad sexuales del cuerpo.Incluye la capacidad de tomar decisiones autónomas sobre la propia vida sexual dentro del contexto de la ética personal y social. También están incluidas la capacidad de control y disfrute de nuestros cuerpos, libres de tortura, mutilación y violencia de cualquier tipo. “Mi cuerpo es mío”, dice un dicho maravilloso de la sexología. Y todos deberíamos decidir sobre él, ser responsables de la manera en que lo vivimos, amarlo, cuidarlo, compartirlo, pero sabiendo que no se debe perder su integridad ni seguridad.

Derecho a la privacidad sexual. Las decisiones y conductas individuales realizadas en el ámbito de la intimidad pertenecen a cada persona, siempre y cuando no interfieran en los derechos sexuales de otros. Lo que pasa en la alcoba, se queda en la alcoba. Hoy en día, con todo el espionaje telefónico y por internet, con la exhibición de conversaciones privadas, de mensajes, se está violando este derecho sin que nadie haga referencia a ello.

Derecho a la equidad sexual. Se refiere a la oposición a todas las formas de discriminación, independientemente del sexo, género, orientación sexual, edad, raza, clase social, religión o limitación física o emocional. Al saber que tenemos esta prerrogativa, podríamos levantar la voz siempre que vivimos una situación semejante, ya sea a nivel social, de pareja o familiar.

Derecho al placer sexual. Tanto compartido con otra(s) persona(s) como con uno mismo, es fuente de bienestar físico, psicológico, intelectual y espiritual. Ya saben que desde hace años soy defensora de esta facultad; un amplio número de hombres y mujeres van a la cama, tienen encuentros eróticos (“hacen el amor”), sin saber bien a bien qué es el placer y que tienen el derecho de vivirlo de manera libre, gozosa, curiosa, sin miedos ni culpas.

Derecho a la expresión sexual emocional. La expresión sexual va más allá del placer erótico o los actos sexuales. Todo individuo tiene derecho a expresar su sexualidad a través de la comunicación, el contacto, las emociones y el amor. Si del placer se habla poco, menos aún de esta expresión. Pero es una vivencia cotidiana ligada a nuestra manera de percibir los vínculos afectivos, nuestro ser, la manera en que experimentamos y expresamos sentimientos cuando nos enamoramos, cuando deseamos a alguien. Por ende, está ligado con la posibilidad de contraer o no matrimonio, de divorciarse y de establecer otros tipos de asociaciones sexuales responsables.

Derecho a la toma de decisiones reproductivas, libres y responsables.Abarca el derecho a decidir tener o no hijos, el número y el espacio entre cada uno, y el derecho al acceso pleno a los métodos de regulación de la fecundidad. Siempre que se abre alguna discusión en torno a la interrupción legal del embarazo, tendríamos que recordar esta premisa, que aplica tanto en ellas como en ellos, porque la decisión de ser padres, por lo regular, es de dos personas. Para que los y las más jóvenes puedan ejercer este derecho de la manera en que se indica, tendrían que recibir una mejor educación sexual y la posibilidad de tener anticonceptivos a su alcance.

Derecho a información basada en el conocimiento científico. Implica que la información sexual debe ser generada a través de la investigación científica libre y ética, así como el derecho a la difusión apropiada en todos los niveles sociales. Los vehículos para ofrecerla pueden ser libros, medios de comunicación, folletos, cursos, talleres, módulos de información, pero es muy importante que quienes la ofrecen estén capacitados, porque de lo contrario, los prejuicios, las fuentes poco confiables de conocimientos, las ideas religiosas pueden afectar el objetivo que se busca con este privilegio.

Derecho a la educación sexual integral. Es necesario recordar que la sexualidad humana es un proceso que inicia desde el vientre materno y termina hasta el día de nuestra muerte, por ello, la educación que se nos dé debe ser integral, es decir, debe involucrar a la familia, las instituciones educativas, el gobierno, medios de comunicación, organizaciones civiles.

Derecho a la atención de la salud sexual. Debe estar disponible para la prevención y el tratamiento de todos los problemas, preocupaciones y trastornos sexuales para gente de todas las edades. No solo las personas de mayor edad necesitan atención médica ni únicamente los adolescentes buscan una orientación. Todos deben recibirla sin sentirse avergonzados, discriminados o maltratados.

Así las cosas, queridos míos. Nunca me cansaré de recordarles sus derechos sexuales. Es su responsabilidad ejercerlos y encontrar en ellos el bienestar que los haga sentirse dichosos.

Comentar