HISTORIA Y RESPUESTA: Casa Ramon López Velarde, prolija y necesaria


Por Miguel Ángel Aguilar/Kriptón.mx

López Velarde era tan potosino como zacatecano, aquí descubrió las primeras letras de la alta literatura, aquí reconstruyó su vida titulándose como abogado, las tertulias y auge literario de aquel entonces, -1907, 1913- lo formó para que su literatura fuese después recitada por el mismo Borges, Sábato o Alfonso Reyes, grande entre los grandes, sobre todo por su sencillez, su solidaridad, su actuar como abogado popular y además de periodista activo y reluciente.
Otro de sus grandes detalles memorables fue haber abogado para que saliera de la cárcel, la temible penitenciaria potosina, del gran panchito madero a quien le dieron la ciudad y sus límites por cárcel mientras su proceso por incitación a la rebelión, era llevado en los tribunales. Velarde clicó una ciudad y estado en un auge inusitado: huelga de panaderos, huelgas de inquilinos, revistas políticas, partidos socialistas locales, periodistas y feministas en la cárcel, es decir, verdades de a kilo que mucho le impactaron.
Desde hace más de 20 años la CASA RAMON LOPEZ VELARDE en San Luis Potosí es bastión de libertad y de escritura, de aceptación y de iniciación al mundo de los libros, las conferencias, punto de reunión y expansión de noveles escritores, de jóvenes aceptando que las letras sean su dicha, la ruta salvable, el modo de vivir, el acuerdo con una sociedad que no cesa en su afán de conservar las clases sociales, la reinvención de la política, el hampa de los presupuestos desviados.
El viejo sueño del escritor y sacerdote Joaquín Antonio Peñalosa se llevó a cabo, rescatar del olvido la finca donde Velarde vivió en su época de estudiante y convertirla en cepa de una literatura activa, memorable, fulgurante.
Desafortunadamente en los últimos años su actividad en pos de las publicaciones, el presupuesto real para editar, difundir, rehabilitar el enflaquecido ambiente literario potosino, se ha visto mermado y su director el extraordinario escritor Octavio Cesar Mendoza Gómez ha echado imaginación y programas para que ese sueño, esa posibilidad, sea cada vez más factible, mas si -ora si- en este año la Casa contará con los recursos mínimos para editar a tantos escritores que se acercan a esa entrañable Casa a solicitar sean publicadas sus obras y que tanto urgen para aclarar las cosas, iluminar al castellano mundial, gozar de la creación y desmilitarizar las letras acosadas por el miedo, la incertidumbre, el dolor y la confusión.
La casa es patrimonio, es ejemplo, es fraternidad.
Domina la escena con o sin presupuesto, lo ideal es el debido respeto, la activación certera, en un monstruoso mundo donde aun se palpan violencias, suicidios, depresiones colectivas, desaseo o simplemente el no convocar a la rebelión literaria, el estado supranacional de los poetas potosinos alebrestados, la importancia de una legislatura de señoritas escritoras, la suprema corte de justicia con ministras cuenteras, novelistas, presidentas de la patria para hacer acrósticos, calaveritas, novelas emocionantes, tertulias donde todos y todas y hasta todes se refugian y se apapachan como la garnacha tan mexicana y sus trozotes de felicidad inmiscuida.
Felicidades poeta Octavio, viene una etapa feliz y de amplia divulgación, mas cuando se es escritor y se le entiende al desatino, el desamor, la causa de las enfermedades que acosan, debilitan al muy prófugo cuerpo de los literatos potosinos hartos del olvido y la indiferencia.
Convocar es la odisea: hacer un recuento de absolutamente todos los que escriben en nuestro estado, no sólo los de fama renombrada y dilecta, sino a los escondidos, olvidados, vilipendiados, estudiantes de letras de secundarias y preparatorias y no solo reducir, como lo hizo Jorge Humberto Chávez, a que un minúsculo grupo de intelectuales atestiguasen toda idolatría y cartelera paniaguada de la entonces política cultural del prianismo enloquecido.

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